Para los niños, la práctica de la atención puede parecer un poco más de silencio, un poco más de lentitud y más de una cosa a la vez incorporada en las rutinas del dÃa. Mientras que hay docenas de prácticas que toman un minuto o menos, aquà hay dos que funcionan muy bien en la escuela:
1) EL SILENCIO
Un suspiro puede significar muchas cosas: alivio, exasperación, placer, agotamiento e incluso tristeza. Fisiológicamente, el suspirar regula y restablece nuestra frecuencia respiratoria. Los niños y los adultos suspiran inconscientemente, y podemos ofender involuntariamente a otros cuando lo hacemos. El suspiro silencioso es una forma deliberada y respetuosa de suspirar. Lo aprendà de Irene McHenry, una educadora y miembro de la junta directiva de la Red Mindfulness in Education.
Esta práctica nos permite dejar salir el exceso de emoción y restablecer nuestro cuerpo y nuestra respiración. Por esa razón, puede ser bueno para volver al momento presente durante los tiempos de transición.
- Respira profundamente. Luego, haga un suspiro tan lento y silencioso como sea posible, para que nadie sepa que lo está haciendo.
- Siga junto con todas las sensaciones en su cuerpo a medida que exhala hasta la última gota de aire en su cuerpo. Luego comprueba cómo se siente tu mente y tu cuerpo. Decida si necesita otro suspiro silencioso o simplemente deje que su respiración vuelva a la normalidad.
Me gusta empezar invitando a los niños a intentar un suspiro fuerte y regular para demostrar lo que se siente al dejar salir sus emociones en un suspiro (y divertirse un poco). Luego paso al Suspiro silencioso y explico que hay situaciones en las que puede ser más apropiado que un suspiro normal, como en un aula o cuando no queremos acabar con la gente suspirando con ellos.
Restablecer la respiración con una práctica deliberada puede regular, cambiar y estabilizar la energÃa y el estado de ánimo.
2) LA RESPIRACIÓN 7-11
Restablecer la respiración con una práctica deliberada puede regular, cambiar y estabilizar la energÃa y el estado de ánimo. Otra práctica corta, dulce y fácil de recordar es el 7-11 Breath. Lo aprendà en un curso de capacitación con el Proyecto Mindfulness in Schools, y desde entonces he leÃdo que los socorristas lo usan para mantenerse a sà mismos y a los demás tranquilos en situaciones de emergencia. Lo que me gusta del 7-11 Breath es que puede detener el pánico, y a menudo les sugiero a los adolescentes mayores que aunque no tengan ataques de pánico, pueden tener amigos que estén luchando, y pueden usar prácticas como ésta para ayudar a un amigo como primeros auxilios psicológicos.
Las instrucciones son simples:
- Respira para contar hasta siete.
- Respira y cuenta hasta once.
La Respiración 7-11 se puede hacer cinco respiraciones a la vez cuando los niños la están aprendiendo, y luego más tiempo, dependiendo de cuánto tiempo tenga.
El conteo también obliga a los niños (y a los adultos) a concentrarse más y a disminuir su respiración – antes de que yo supiera algunas de estas prácticas, yo sugerirÃa a los niños “respirar profundamente” y yo harÃa que los niños respiraran muy profundamente, pero también muy rápido. A menudo, lo que realmente queremos decir es respiración lenta , no respiración profunda. Hacer que la exhalación sea más larga que la inhalación relaja el sistema nervioso y nos permite hacer contacto con el presente cuando de otra manera estarÃamos apresurándonos a pasar por encima de él.
Y lo contrario también es cierto: hacer que la inhalación sea más larga que la exhalación activa el sistema nervioso y nos acelera. En situaciones de baja energÃa -cuando nos sentimos agotados, perezosos o un poco deprimidos, y queremos aumentar nuestra energÃa para satisfacer el momento presente- intentemos un 11-7 Respiración: la proporción opuesta.
Mi amiga Adria Kennedy, que enseña atención a los niños, adapta esta práctica para los más pequeños pidiéndoles que respiren palabras o frases dentro y fuera. Por ejemplo, intente inspirar durante toda la palabra Maine y espirar Massachusetts, o inspire pájaro y espire brontosaurio.